jueves, 23 de agosto de 2018

El Aura político - Un arte antiguo

El Aura, según Walter Benjamin, es lo que se percibe de una obra de arte bajo una serie de condiciones. Primero de todo tienen que estar presentes ambos, tanto el sujeto que recibe como el objeto observado. Como ejemplo más claro y puro para la presencia de Aura usa Benjamín la contemplación de una montaña o un árbol, en fin un objeto en la misma naturaleza. Partiendo de esta manera de contemplar sin analizar, Benjamin desarrolla un argumento sobre la pérdida del Aura cuando se empezó reproducir el arte con la tecnología a finales del siglo XIX, con la fotografía, litografía y el cine. Para Benjamin el Aura es un estado aislado y subjetivo de un individuo ante un objeto de culto o una obra de arte. Conceptual-mente el no hace diferencia entre un tótem, el crucifijo o un cuadro impresionista.

En su ensayo “la obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” de 1936 propone el término “asocial” como el más acertado para un estado de contemplación de una obra de arte. El observador entra en una mediación sobre el significado simbólico de la obra que no se puede compartir con otro sujeto. El Aura es un proceso de aislamiento contemplativo que solo se puede permitir la clase más privilegiada de la sociedad debido a su ausencia de amenazas esenciales en la vida material y real.  La reproductibilidad técnica del arte es para Benjamin la posibilidad para las masas tener acceso a un discurso artístico y sacarlo del entorno de élites asociales y permite responder y reaccionar de manera colectiva. Discutir y reflexionar con términos comunes sobre los objetos del arte y su significado para la sociedad.
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Eberhard Heiland 1988 - " El Aura de los fundidores"

En el curso de este ensayo también entra más en los aspectos simbólicos de la política, busca la existencia o ausencia de Aura en las ideologías dominantes de su época y afirma de la siguiente manera:

"El fascismo busca organizar a las masas proletarias, recién formadas, sin interferir con las relaciones de propiedad que ellas buscan erradicar. Él ve su salvación al dejar que las masas se expresan (pero ciertamente no en dejar que lleguen a su derecho). Las masas tienen el derecho a cambiar las relaciones de la propiedad, pero el fascismo busca darles una expresión en su preservación. El fascismo en consecuencia conduce a una estetización de la vida política.
 (...) La violación de las masas, que él fuerza en el culto de un líder, corresponde a la violación de un aparato que utiliza para crear valores de culto.(...) esto es de lo que se trata con la estetización de la política, con la que opera el fascismo. El comunismo le responde con la politización del arte".

Leyendo esto inmediatamente se me hacen imágenes muy recientes espacio en la memoria. Son observables en tantos núcleos políticos en Europa hoy en día donde incluso podemos observar ambas estrategias a la vez en el mismo grupo político. Todos ellos tienen en común que permiten mucho espacio a la expresión masificada pero sin tocar las relaciones y condiciones reales de la gente. Usan la reproducción técnica de su simbología, su aura - para promocionar un aislamiento contemplativo y asocial. Un “aislamiento uniforme” en un culto simbólico que permite la catarsis y la contemplación como máxima expresión, pero sin permitir que se toce el dominio del poder sobre la realidad material. La contemplación agresivamente promocionada acaba en la obsesión de proteger lo que es propio. La vieja y bien conocida obsesión de los reaccionarios: el atesoramiento de valores tradicionales ya que los valores reales y materiales no se les permite modificar.

Benjamin veía una oportunidad en la reproductibilidad técnica del arte para cambiar el dominio de la contemplación asocial, de la simbología y del culto, hacia una discurso compartido y justo sobre las cosas reales. Hoy vemos que las masas rechazan este discurso sobre las cosas reales a favor de mera expresión masificada. De nuevo nos acomodamos en el rol del idólatra, se nos sugiere que esto es suficiente para crear un “mundo mejor”, seguir a los líderes y símbolos, que lejos de cambiar la realidad de la gente, siguen aislando a la gente entre sí con objetivos demasiado trascendentales, casi metafísicos sobre los que cada uno interpreta otra cosa pero todos bajo la misma premisa: Unidos por la tierra.


¿Qué pasaría si pensáramos un poco más cubista en vez de jurar a banderas y contemplar escudos? El cuadro "le canigou" de Juan Gris del 1921 muestra una naturaleza muerta en estilo cubista. Muestra el macizo montañoso del Canigou desde una ventana. Se aprecian muchos objetos abstraídos que todavía están en la habitación, pero se solapan en la perspectiva con el pico de la montaña a lo lejos, el borde de la mesa y el marco de la ventana. El acto contemplativo de inmersión es posible aquí solo con mucho esfuerzo. El observador se ve obligado a materializar y determinar los objetos individuales en la imagen antes de que pueda contemplar el poder simbólico y de mito de esta montaña y entonces separarse nuevamente de la realidad material de lo representado.

Un juego entre análisis materialista y meditación subjetiva. Una posibilidad para el humano de pensar sobre el mismo y el mundo fuera de el, poniendo el "y" entre los dos, en el foco de todo afán.

1. El texto original como fuente de traducción es la edición autorizada por el autor del año 1939.
https://de.wikisource.org/wiki/Das_Kunstwerk_im_Zeitalter_seiner_technischen_Reproduzierbarkeit_(Dritte_Fassung) 

jueves, 9 de agosto de 2018

Francia y las manías

Hemos llegado a Gare de Lyon. Hace Seis horas íbamos bajando la calle Vallespir hacia la estación de sants. Son las 4 de la tarde y hace un aire fresco, hospitalario. El primer contacto humano con el recepcionista del hotel. Satisfactorio. De aquí  pasaremos tres días de placer, descubrimientos y sobre todo gente muy alegre, coqueta y cómica. A lo que veníamos: Comer, comer, comer...

 “Auberge Chez Rosito” –
Cocina tradicional Casera de Córcega – el sitio es una preciosidad, decorado y puesto con mucho amor para el detalle – viejos artilugios de cocina, sartenes y coladores del siglo pasado cuelgan de todo el techo. Lo lleva un matrimonio. En las mesas hay flores de verdad y todos los postres son cien por cien caseros. Se usa rama de vainilla de verdad y el ron es de fabricación propia.
Comemos: Flor de calabacín frito y  sopa de pescado de primero.
La sopa de pescado es intensa, densa y rica de color “Vall del Congost”. Va servida con tostada dura y ajo rallado en las mismas. Pones a flotar una tostada en el sopa hasta que se ha mojado de todo…Un poema! La Flor de calabacín es un clásico de la cocina francesa, y va frita en una masa muy similar a la tempura japonesa o el rebozado de Portugal (que es lo mismo). Su sabor es algo amargo (sobre todo la parte abajo) y muy sabroso, el polen dentro de la flor: Miel en polvo. Comerse una flor grande caliente con sabor a miel y calabacín es surreal, grotesco y extraordinario.  
De segundo canalones de queso fresco con concasse de tomate y unos codornices con castañas y patatas al estilo castillo al horno. (pommes cháteau )
Los canalones, finos,  tan finos que le han hecho varias vueltas enrollandolo. Así causando el efecto bonito de un periódico enrollado. Sabor y aspecto tanto del relleno con del tomate es con nada más mejor dicho que fresco y ligero. Una delicia vamos. La ausencia de bechamel y queso gratinado lo convierte en un plato para adultos con clase. El trío que queda: Queso fresco, pasta, tomate frito,  tiene que estar en su punto óptimo, y así fue! La codorniz es un bicho complicado. Su elaboración requiere experiencia con aves varios (como el faisán, la pintada o la oca) y conocimiento de salsas y fondos a base de demi glace salsas madre ( Escoffier la llamaba “salsa española” ) El pajarito está hecho al horno con las castañas cuyo jugo del fondo se mezcla con la famosa demi glace en una olla pequeña hasta reducir su volumen un 50 %, ligándolo con mantequilla para acabar.  Las patatas se llaman “chateau” cuando tienen forma de media luna y están hechas al horno con romero fresco y mantequilla. Este plato es uno de los grandes clásicos de la cocina francesa y fue ejecutado con mucho éxito. Hay muchas recetas en la cocina clásica francesa que no varían según zona sino lo que se busca es la perfección en su fabricación independiente del cocinero y sus preferencias regionales. Igual es una consecuencia del marco político de este país. El centralismo culinario tuvo sus daños colaterales, por otro lado se ha destinado un considerable esfuerzo en perfeccionar. Así fue el camino del desarrollo de una escuela de cocina donde los cocineros aprenden una gran base fiable de conocimiento, de métodos de cocción, materia prima y técnicas de cortar. Muy similar a las reglas estrictas y el nivel alto de formación en el cocina japonesa o para decirlo de otra manera, un TTIP culinario nacional del siglo 17/18. Transparencia y estandarización para un oficio y su contenido educativo que permitía que se podía empezar hablar de las cosas de una  disciplina sin que hay confusión sobre el significado de sus términos técnicos. Eficaz, burocrático, jerárquico. La crítica culinaria sale de su marco subjetivista y se dota de criterios objetivos y medibles. No se pierde variedad de platos regionales pero se les da un marco definido. Las Primeras academias de cocina aparecen.

 “Ma Bourgogne” –
Cocina típica de la comarca Borgoña (capital Dijon), comemos plato principal y postre. El ambiente es de una taberna de lujo con muebles que parecían tener 250 años. El suelo muy gastado. Las mesas con rastros claros de décadas de uso. Un plato consta en la ensalada nicoise que llevaba, judías verdes, huevo duro, pimiento, tomate, boquerones y la típica mezcla de lechugas. El aliño clásico de aceite, vinagre, estragón, pimienta y mostaza tampoco faltaba. Así hemos tenido una ensalada abundante y deliciosa que fue completada con pan caliente casero y mantequilla. El otro Plato, una especialidad de Dijon que había probado ya antes pero no me recuerda como se llama ni me lo he apuntado. Es una especie de pan o paté rústico de cerdo en la propia tripa, redondo como una pelota de tenis y hervido en un jugo de vino blanco, cebolla, laurel y ajo. Cortado en lonchas así caliente va servido con patatas. Las patatas deben ser hervidas con la piel,  luego pelados y cortados en lonchas finas como guarnición, se les echa cebollino y un hilito mantequilla por encima. Las patatas estaban en su punto óptimo, amarillo y compacto y tenían muchísimo aroma y no eran acuosos ni harinosos. Comer este paté o mejor embutido (parecido al Bull Blanc del norte de Catalunya), así caliente, es una gula de las mayores sobre todo si se hace uso de la Mostaza picante de Dijon que se pone en las mesas. (Importante: no puede haber jugo de hervir en el plato, ni de las patatas ni del embutido, esto se considera una desfachatez de las graves). De postre: Por supuesto Tarte tatin flameado con salsa de vainilla caliente aparte, en una mini garrafa de porcelana. Para mi venia el pastel preferido de todos los tiempos: Masa de pastaflora hecho previamente, por encima una mezcla 50/50 de mantequilla y azúcar glacé, untado más o menos medio finísimo milímetro. Se coloca fresas frescas de forma circular y se acaba con una ligera y muy fina capa de gelatina. Era el pastel de día y fresas tienen temporada, no había duda de pedir lo. El camarero que nos sirvió merece unas palabras dedicadas. No sé si alguien conoce Asterix y en particular una de las pelis donde tiene que pasar por 12 Pruebas. En esta Película hay un carácter que tiene un lápiz detrás de la oreja, gafas y una nariz muy larga, también es muy flaco y su ignorancia y su entonación de aburrimiento son míticas. Bien, cada vez cuando entraba un nuevo cliente al sitio y les llevaba a su mesa, hacía muecas que simulaban la conversación que tiene hace 30 años cada día 50 veces. ”Sí señora, una mesa lejos del baño, no señor, no muy pequeña, sí señor, tenemos caracoles“. Y así con el menú debajo de la axila, la cabeza en movimiento horizontal con dos o tres clientes siguiéndole a la mesa parecía la conga en el manicomio burocrático de la antigua Roma, en la Asterix casi perdió la vida. No había visto algo tan cómico y liberador en mucho tiempo. Cuando salimos del restaurante caímos a carcajadas imitando aquel señor.

Epilogo –
¿Se come tan bien en Francia? Si! ¿Porque? Porque le dan mucha importancia a cada detalle que tiene que ver. No se tiene miedo a elaboraciones extensas y complicadas y sobre todo: Luis XIV les ha enseñado que de las cosas buenas no puede haber demasiado. Una cierta tendencia al hedonismo épico y influencias del sarcasmo cordial británico de su época han creado un ambiente que en la cocina francesa no se tenía miedo a romper los límites del buen gusto durante más de 250 años. Solo así ha sido posible su progreso y estado elevado hoy en día. Hoy es la referencia en técnica de cortar, fabricación de fondos y caldos, conservación de lácteos y carnes, métodos de cocción, fabricación de vinos y licores, definición y clasificación de recetas base, pastelería y chocolatería. Francia todavía es el país donde la mayoría de los cocineros sobresalientes afirman, que para una carrera de cocinero de verdad es preciso ir a francia por unos años. (Adriá, Arzak, Ruscalleda)  para nombrar unos de aquí.  La escuela clásica de Paul Bocuse o Alain Ducasse sigue siendo la base de técnica y de conocimiento para los cocineros europeos de alto nivel.

Creo haber visto la sutil sonrisa de un maestro superior de su facultad en la cara del camarero, llevando sus clientes a las mesas estrechas. Mientras ejecutaba su labor parecía observarse a sí mismo, dibujando en tiempo real una caricatura de su oficio.

Maestría, me parece, es cuando uno consigue sacarse del propio contexto y crear un entorno donde todo lo empírico sobre la disciplina en cuestión puede ser cuestionada. Pero solo romper a la fuerza los axiomas y premisas de la realidad actual concluida y consensuada, no es suficiente e incluso contraproductivo para el cambio. Un maestro reconoce su naturaleza reaccionaria, perfeccionista y da espacio a lo nuevo con apartarse de los asuntos que trata y permitir que la ironía haga su labor trascendental e imprevisible. Los cambios paradigmáticos son fruto de la casualidad.