miércoles, 12 de septiembre de 2018

Con autocar a Barcelona

Ayer poco antes de la media noche, vengo con AVE de un examen de la Universidad en el instituto Goethe de Madrid. El de Barcelona tenía cerrado y así he tenido que desplazarme.
A la vuelta tenía algo de tiempo y visité, dado la ocasión y el contexto actual, el museo del romanticismo. Leonardo Alenza y Nieto era para mí el pintor más llamativo e interesante en esta visita. Dos cuadros, relativamente pequeños, me han gustado particularmente. Ambos mostraron personas en el mismo acto de suicidarse. Unas escenas grotescas que mostraban el suicido como un acto espiritual, un acto de sacrificio a algo mayor que todos nosotros. Hoy sabemos que el suicidio en la mayoría de los casos tiene que ver con uno mismo y la in-disponibilidad para sufrir más de la cuenta, sin que tenga más consideraciones hacia el resto del mundo. En estos cuadros pero, parecía que uno se suicidaba para mostrar al mundo la insignificancia de la vida, y que esta vida no hace caso a los antojos e inquietudes sentimentales de uno, en fin, que describen lo ridículo que es matarse por mero narcisismo. De nuevo pienso en la “y” entre “yo y el mundo” sin llegar a alguna conclusión definitiva, excepto que tal vez en el romanticismo la “y” era una “o”.

Ya salido del tren y rumbo a casa, me viene un matrimonio de jubilados franceses de la Catalunya del norte y me preguntan si se de algún hotel donde dormir esta noche, van decorados de banderas y cosas amarillas. Me cuentan que la ANC de Perpiñán les había reservado un Hotel, pero al llegar allí resulta que no existía tal reserva y que están completos. Les digo que detrás de la estación hay un Hotel muy grande, el Expo Hotel Barcelona, y a mi juicio el que seguramente tendría habitaciones libres, indico con el dedo a la Torre que se ve desde la entrada de la calle Vallespir. La señora me abraza de agradecimiento y le digo que no hay de que, y que solo porque el jefe ha dicho que hay que hacer sacrificios, no hay motivo para saltarse la reclamación. Se lo va pensar, me dice.

Sigo subiendo hasta casa y pienso en unos eventos que en Alemania se llaman “Kaffeefahrt” o “Butterkutter”. Básicamente son eventos comerciales disfrazados de excursiones con Autocar (en el caso de “Kaffeefahrt”) o en barca (en el caso de “Butterkutter”). Son exclusivamente para gente mayor en las que se les lleva a algún sitio de relevancia histórica (un castillo o una fortaleza). La visita del destino se limita a unos pocos minutos, mientras el resto de la jornada son sometidos a una serie de largos y agónicos presentaciones de productos chatarra, como mantas nórdicas calefactables, máquinas de café, productos de limpieza. Todo para aportar la última y definitiva solución para un problema de suma relevancia en su vida de jubilado. Se entiende que a precios horrendos, pues que se dejan a menudo miles de euros. Los vendedores, armados con micrófonos y altavoces baratos, dan la chapa cutre, simplista y agresiva todo el día hasta que no queda nadie que no haya dejado una fortuna a sus bolsillos.

Me auto-convenzo que las coincidencias aparentas no permiten un juicio de correlación, pero hombre si has estado una vez en un evento de la ANC recientemente te darás cuentas que lo que les falta es pasta como la que tiene Scientólogie ...en fin cosas sintácticas...